LA PARABOLA DEL POZO DE ALQUITRAN

Imagínense a sí mismos, junto con otros seres humanos, en un pozo de alquitrán, cubiertos de alquitrán, envueltos en la suciedad desde la cabeza hasta los pies, incapaces de moverse con rapidez de un lado a otro, debido a lo espeso del alquitrán. Este es su estado imaginado.

De repente, descubren una herramienta «mágica» que limpia su cuerpo, y que lo mantiene limpio aunque se encuentre sumergido en el alquitrán.
Aparecerá ante los demás como alguien que «destaca», pues será diferente, será blanco y limpio, mientras que todos aquellos que le rodean están todavía en el alquitrán.

Así pues, ustedes co-crean la limpieza para sí mismos. Ahora, ¿cree que quienes le rodean lo ignorarán? ¿Lo ignorarán mientras camina libremente, sin que el alquitrán les toque o dificulte el movimiento de sus pies? ¿Lo ignorarán mientras ellos observan cómo el alquitrán toca su cuerpo y nunca le mancha?
¡Aahh, mire! ¡Ellos están a punto de cambiar! Lo primero que sucederá es que vaya adonde vaya, habrá paz, pues ellos le despejarán el camino.

Lo segundo que ocurrirá es que le preguntarán cómo ha sido posible una cosa así, y cuando ellos descubran «la herramienta secreta», entonces cada uno de ellos empezará a utilizarla para sí mismo, y entonces también habrá más, que estarán «limpios» y cada uno creará personalmente para sí mismo.

Ahora, mientras observan al grupo a lo largo de un período de tiempo, verán que la mitad de ellos o más estarán «limpios».

Deténgase y piensen en lo que ha sucedido realmente. No han pedido que ninguno de ellos quede limpio y sin embargo, ese es el resultado creado por uno solo para muchos.

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